jueves, octubre 20, 2005

EN ALGÚN CARRO DEL METRO
¿Qué mirará por la ventana?, los cables, los números rojos, el muro oscuro o alguna luz de vez en cuando. Quizás solo está meditando para hacer mas corto el viaje, con los ojos abiertos en un punto fijo se le ve. Así como si se le hubiese acabado las baterías. Me aburre, ¿Qué hago? leo mi diario, el del vecino?, miro los afiches de arriba para ver si tienen algún mensaje subliminal oculto?, cuento las luces blancas o las azules?, Escucho lo que conversan las pasajeros de mi lado?.
¿Qué me pasa, acaso no puedo estar sin hacer nada?... creo que no.

Subió una rubia y linda mujer, rica para ser mas explicito y ella lo sabe muy bien. Se sentó y esta mirando hacia fuera, creo que haciendo el mismo ritual de todos los pasajeros solos… esperen…esta usando el viejo truco de mirar el reflejo. Y esta mirando al muchacho sin baterías… mírenla, mírenla, así que espiando la pillina, sapiando de reojo. ¿Por qué lo mirará? Será su tipo de hombre, o quizás le llamó la atención sus ojos fijos, su anti-movimiento, el peinado de che copete, o quizás el quizás simplemente el nudo chueco de su corbata, quizás le recordó a otra persona, o mejor aún, es posible que le conozca pero no se atreva a decirle nada porque no sabe si él se acuerda de ella y eso la haría sentir vergüenza… Ah no, me pasé… no aun falta.

Cresta, ahí se va a subir el hombre del acordeón… ah no. No subió… quizás es muy temprano para él, a esta hora la gente no hecha monedas, además quien puede soportar ese “tu tu tuuuu”. Toda la mañana con esa canción en la cabeza, con la rabia que me da. Es curioso como atraen los extremos de las cosas, nos gusten o no. Es como una dimensión… En un extremo lo que te gusta mucho y al otro lo que odias; y en la memoria se quedan esas cosas…“Ding-dong, próxima estación, bla-bla-bla”.

Vaya zapatos que lleva ese, bueno y que me importa a mí… ay… Tengo una mancha en mi zapato… bueno, no se nota mucho, y la gente no suele ir mirando los pies… excepto en el Metro. ¿Cómo me la limpio? Me voy a limpiar disimulado en el pantalón del escolar que esta a mi lado… No, voy a dejar caer el diario, me agacho y me limpio con la mano… mejor que no, el hombre de al lado lo puede interpretar mal, mejor espero a bajarme, total esta gente no creo que se acuerde de mis zapatos dentro de los próximos dos minutos.

Dos “viejujas” discutiendo con un niño. Y yo haciéndome el tonto comienzo a mirar jajaja ¡Cómo nos gusta el morbo de meternos en los asuntos de los demás! Lo retaban por que había peleado con un compañero sacándole un diente de un combo en el hocico… bueno… igual, no me importa… Pero igual él tenia la oreja roja como que el contrincante tampoco era de los trigos muy limpios y le aforró su aletazo maletero… pobre cabro chico, está mas avergonzado, no lo voy a mirar más, Mejor hago mi reflexión matutina…

¿Mirar el reflejo de alguien es espiarle? Quiero decir que no estás mirando a esa persona, porque si la miras directamente es de mala educación pero, ¿lo es mirar su reflejo?... De hecho, somos distintos a nuestros reflejos, por aquello de la asimetría entre las partes izquierda y derecha del cuerpo, de la cara… ¿Yo soy como me veo en el espejo, o como me ven los demás? Así que siendo rigurosos, mirando reflejos de personas no espiamos a nadie, si no que estamos observando un mundo paralelo. ¿Por qué nos atraen tanto las caras? Porque estamos influidos genéticamente, pero también socialmente. Somos animales sociales, y las caras humanas son estímulos muy poderosos, porque… mierda me pillaron, me pillaron, ya me da lo mismo… ¿parece que no se dio cuenta? No sé… bueno, es igual… ¿Dónde se bajará la rubia?... Diablos me pasé de mi estación, por la cresta. ¿Doy la vuelta?... no. Me bajo en la siguiente y camino un poco, que en el Metro me aburro.